La computadora ya estaba dando lo último de sí. Con el simple hecho de abrir el navegador y tener dos o tres pestañas abiertas, solía ponerse lenta y a veces se trababa, pero aun así me ayudaba muchísimo en mis tareas más básicas.
El problema no fue solo que dejara de funcionar, sino lo que llevaba dentro: al menos 120GB de fotos y videos. Archivos que no eran únicamente archivos: eran parte de mi historia, mis aventuras, mis trabajos, mis recuerdos... en pocas palabras, eran parte de mí.
En este momento no me es posible comprar una computadora nueva. Ni siquiera una de uso. Dar pasos en este proyecto no es un camino sencillo: requiere paciencia, resistencia y una fe que a veces tambalea. Y sin embargo, aquí estoy, intentando abrir puertas mientras otras se cierran.
Últimamente he estado visitando un Ciber para poder seguir trabajando en este sitio web, para seguir subiendo estas historias y mantener actualizado este sitio.